La azarosa fuerza del deseo

En la década de los 70 del siglo pasado, algunos jóvenes migraban de país en país buscando continuar sus estudios, evitando a las dictaduras que cerraban universidades y perseguían a sus dirigentes. En esas azarosas circunstancias, con comunicaciones telefónicas que requerían de operadoras de larga distancia; cuando la correspondencia se hacía por correo ordinario que demoraba semanas en entregarse, y ante las dificultades de enviar dinero de un país a otro con carácter de socorro familiar, Alberto se va a Chile, regresa luego a Bolivia y termina en Brasil antes de ser devuelto finalmente por la fuerza a su país.
En el camino, descubre el amor casual, el deseo desenfrenado, la precariedad de la subsistencia, el intercambio de favores sexuales y la exposición a redes de tráfico y de esoterismo. Pero junto a ello, experimenta la amistad solidaria, el gozo de la pasión amorosa y el respaldo incondicional de la familia. Repatriado por las coerciones morales de una sociedad conservadora que ni siquiera había sido expuesta a la televisión, Alberto culmina su formación en Bolivia, no sin antes involucrarse n al agitada vida dirigencial.