En La vida es un cuento se cristaliza la inmensa sabiduría de este escritor, que cuestionándose sobre el sentido y lo absurdo de nuestro mundo intenta aportar una divertida y surrealista lección vital.
Alejandro Jodorowsky explica que, en su infancia, la lectura de cuentos fue el alimento que reencantó su difícil existencia. Desde entonces le gusta crear cuentos: cortos, largos, sabios o locos. Los cuentos han vertebrado su vida y su trayectoria como escritor. Así, en 2005 publicó El tesoro de la sombra, y en 2015 su afán cuentista lo ha llevado a revisar y ampliar aquella compilación hasta prácticamente duplicar el volumen.
«Los cuentos me salvaron de morir cuando era niño […] Mi padre me llevaba a la pequeña biblioteca de los masones ingleses que trabajaban en la fábrica de electricidad. Allí empecé a leer cuentos, Grimm, Perrault… Y, más tarde, con seis años, Paul Féval, Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Zane Grey, James Oliver Curwood, Julio Verne, Jack London, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, etc. Y todas esas lecturas me formaron el cerebro» -Alejandro Jodorowsky-