No son pocos los persistentes prejuicios que entorpecen la consideración de la historia de la crítica literaria en Bolivia. A las dificultades y los desacuerdos en la comprensión de este género -pues para cada quien la crítica es algo distinto-, hay que añadirles el peso de una larga y conocida lista de ideas recibidas: la noción, entre torpe y rencorosa, que ve en el crítico a un parásito textual (pues se ocupa de escribir no sobre el mundo, sino sobre textos ajenos); la expectativa, incluso hoy frecuente, de que la crítica sea una herramienta de promoción y difusión de las letras nacionales; la certeza de que los textos críticos deben ser solo evaluaciones -mejor si periodísticas- de la relativa calidad de aquello que interpretan; las sospechas sobre la inexistencia de aquello que se desconoce. Se puede, por supuesto, en un afán aclaratorio y polémico, decir lo contrario a estos prejuicios: que la literatura boliviana no existiría -como tal, esto es, como «literatura boliviana»- sin la crítica que la acompaña y organiza; que las inmediatas y breves tareas evaluativas del periodismo son lo menos memorable de una tradición que encuentra su mejor definición en monografías de mediano aliento y en la sociología e historiografía literarias; que la promoción y difusión es una actividad a la que la crítica poco o nada puede contribuir y en la que hemos fracasado por otras razones (la principal: el escaso interés de nuestra «clase letrada paraestatal» por las letras y de nuestros movimientos nacional-populares por la lectura); y que la crítica literaria no solo sí existe en Bolivia, sino que deja entrever-acaso más que en otros géneros- un corpus textual inmenso, exuberante, a ratos excepcional. Es posible que nos hagamos una idea más precisa de las magnitudes en juego al considerar que hemos seleccionado en esta Antología y ejerciendo cortes temporales y difíciles exclusiones injustas-más de 80 textos de casi 80 autores. Y que nuestra bibliografía mínima -que se sabe selectiva, incompleta y provisional- de la crítica literaria en Bolivia reúne a más de 190 autores y más de 800 textos.
Mauricio Souza Crespo