Cervantes, Goethe, Freud

Hermann Hesse, en El juego de abalorios, retrató a su amigo Thomas Mann como un hombre conocedor del mundo, de carácter conciliador, que ponía un rigor vigilante y ascético en todas sus empresas y desplegaba una capacidad de trabajo formidable. Otros han destacado su temperamento de burgués desahogado y cínico que, al igual que Goethe, consideraba sus propias obras como bromas.

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