A través de la figura de Evo Morales resultaba posible acercarse a la caracterización de la articulación nacional-popular y a la continuidad de su gobierno a lo largo de más de una década. Sin embargo, esta percepción resultaba insuficiente para comprender las particularidades de la gestión hegemónica. Podía entreverse que, además de cumplir con la función directiva, Morales era una especie de punta de lanza de acciones políticas que surgían desde matrices y lugares que no necesariamente estaban vinculadas o respondían a una estructura monolítica de hacer política. Había una estructura heterogénea o plural que emergía desde la base, una «política desde abajo» que dotaba de sentido a diversas estrategias comunitarias, corporativas y asociativas de campesinos indígenas y de una gama de sectores populares dirigidas a participar y lograr, desde ahí, controlar espacios de poder estatal. Se visibilizaba el «devenir-otro» de política, aquello que ya estaba entre nosotros pero que no lo asumíamos parte constitutiva de lo político. Una puesta en evidencia de la llegada y, luego, presencia constante de otros actores y formatos de darse de la política.
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