Afirma David Alvéstegui, en la monumental biografía que dedica a la figura de Daniel Salamanca, que, afectado de una seria congestión pulmonar, se enteró días después y por boca de sus hijas de la revolución de junio de 1930, provocada como rechazo al intento de prórroga en el mandato del presidente
Hernando Siles. Conocida tal novedad y observando que en sus familiares cundía la zozobra por las consecuencias que podrían derivarse para ellos de ese acontecimiento político, les replicó: “¿Qué tenemos nosotros que ver con ello? Felizmente estoy alejado de la política. Serán otros los que tengan ahora que enfrentar problemas”.
Qué lejos estaba, entonces, el doctor Daniel Salamanca de vislumbrar lo que esa revolución habría de afectar en su vida y habría de marcar como hierro al vivo para siempre su paso por la vida política de Bolivia.