Sangre de mestizos

¿Por qué Augusto Céspedes recurre a la ficción para hablar de la guerra del Chaco? Los estudiantes de colegio, ES constantes de la obra de Céspedes, suelen sufrir una decepción cuando se enteran de que el libro no es de carácter autobiográfico. Por lo general, es necesario aclarar varias veces esta idea porque los lectores adolescentes se niegan a aceptar que estas historias no están, como se suele anunciar hoy en día en muchas películas, «basadas en hechos reales». Luego de experimentar esa decepción, les toca asumir que las páginas del diario de Miguel Navajas son parte de una maniobra narrativa, que la historia del hallazgo del cuaderno garabateado de Juan de la Cruz Vargas es un invento de Céspedes, que probablemente existió no uno, sino muchos pozos cavados inútilmente y utilizados como tumbas, y que quizás más de un soldado encontró una foto entre las pertenencias de un enemigo, se la apropió y hasta se enamoró de la mujer fotografiada.
¿Cuántos tenientes Paucara, cuántos zapadores, cuántos Poñé, cuántos Pampino iluminaron la tragedia del Chaco con su heroísmo anónimo? ¿Cuántas experiencias extraordinarias, cuántas hazañas fueron enterradas por el olvido y ocultadas por las páginas de la historia oficial? La abundancia de relatos que toda guerra produce se origina en la tensión entre lo extraordinario de la experiencia individual y el anonimato masivo de la masacre. La pulsión narrativa, la necesidad de contar lo ocurrido, se relaciona con la esperanza de otorgar sentido a la experiencia. Puesto que resulta imposible contar la historia de setenta mil individuos que murieron en el conflicto, los relatos pueden ser una forma de paliar el anonimato.
Antonio Vera