En este libro nos proponemos abrir el debate, en varios frentes, sobre lo político en Bolivia en un momento en el que los análisis coyunturales se vuelven cada día más repetitivos y distantes de las formas, prácticas y proyectos de la gente –por lo menos de su gran mayoría. De hecho, este trabajo nace de la inquietud de entender la creciente brecha que se ha ido materializando entre las categorías y los horizontes de la política oficial y las formas y direcciones que ha ido tomando el país. Un país en pleno fermento social, político y económico, capaz de delinear proyectos y propuestas por sí mismo, se va desencontrando cotidianamente con una serie de instituciones, analistas y medios de comunicación que se limitan a repetir reiteradamente una serie de deberes seres sobre el desarrollo, la democracia y el Estado. A lo largo del texto, esto se traduce en un intento de esquivar categorías, lecturas y teorías convencionales que, en vez de ser herramientas para comprender, parecen haberse convertido en instrumentos para invisibilizar las realidades y transformaciones del país. De hecho, en varios de los capítulos nos aproximamos al análisis desde las prácticas y las historias de los sectores populares, tanteando sus potenciales vertientes y dejando que paulatinamente se vayan sedimentando –o no– en propuestas, críticas e ideas de lo político. La necesidad de (re)pensar lo político desde Bolivia, a veces desde otros ángulos y lógicas, nos ha llevado a cuestionar algunas narrativas formativas y concepciones más íntimas en las que se afincan ciertos posicionamientos personales y han transformado la investigación en un proceso entre la crisis y el aprendizaje.
A pesar de la paulatina desaparición de los sectores populares de los debates mediáticos y de los análisis políticos, describimos en el texto la capacidad de los actores populares de darle forma a ciudades enteras de acuerdo a su lógica y a su dinámica para articular espacios del país que fueron concebidos social y económicamente irreconciliables, de normar y reglamentar, generando una institucionalidad anclada en las posibilidades y formas del país y, por ende, capaz de moldear a una institucionalidad oficial históricamente constituida en las márgenes del cuerpo ciudadano. Mientras las instituciones oficiales siguen haciendo énfasis en “empresas estratégicas” o en lógicas de desarrollo convencionales –en un intento de reconstruir el país sobre la base de principios ajenos y a pesar de los ciudadanos–, los sectores populares han ido articulando y ensanchando un subsuelo político con ciertos niveles de autonomía del Estado y, a veces, incluso capaz de prescindir de él en sus modalidades de operación. Estas dinámicas nos han impulsado a buscar lo político –siguiendo la lógica de los sectores populares– en otros espacios y terrenos, en prácticas y formas distintas a las que, convencionalmente, son señaladas en los análisis de expertos y en las lecturas de politólogos.
Es en la base de estas prácticas y formas, de estos espacios y terrenos –como también de su capacidad de normar y reglamentar, articular y moldear– que hemos ido explorando el “proyecto” político de estos actores, en un contexto donde se los ha frecuentemente identificado con una incapacidad crónica de generar proyectos políticos que no sean en defensa de intereses personales o sectoriales. Asimismo, hemos buscado entender una relación inédita entre Estado e institucionalidad popular. Lo que emerge del estudio es un esfuerzo constante de la institucionalidad popular y de su proyecto político para posicionarse horizontalmente en relación al Estado y a sus horizontes, conteniendo las delegaciones de poder político y deslegitimando monopolios y principios verticales de autoridad. Esto se traduce en una serie de prácticas originales de co-gobierno como en modalidades inéditas de hegemonía y negociación entre el Estado y la institucionalidad popular que reconfiguran constantemente la pulsión original de pensar el Estado en las márgenes o por encima de los ciudadanos.