“Desde los escombros” es más que el testimonio de alguien que se siente en la recta final de su camino; es, según lo manifiesta su autor, un testamento, de algún modo parecido a “Confieso que he vivido” de Neruda, sólo que Fernando Andrade, nos lo presenta en verso. Desde kuego que se da en un tono elegiaco, derruido y fragmentado -como todo escombro-, pero no perdido, porque la esperanza está en la palabra, teniendo en cuenta que ésta es la única forma de supervivencia que se encuentra su autor. Andrade es un poeta de sensaciones, de ahí que l;e cuesta asimilar el duelo, entonces dice:
“Sólo un cuerpo errante y solitario en el fondo inexpugnable, de una derrota sin lucha, entre pútridos escombros”.
Desde luego que su peregrinaje por el dolor, tiene una esperanza y es lo que enaltece a este poemario, salvándolo del abismo de la nada, al trascender a la excelsitud del creador supremo, al decir:
“Es mi encuentro sutil con la alborada, con la muestra sencilla y portentosa que eligió Dios, para expresarse pleno”.
No basta compartir sus palabras para saludar la presencia de este poeta que, casi al ocaso de su vida, se anima a confesarnos sus temores y angustias, como pergeñando el adiós definitivo; vivimos sus palabras, las sentimos y nos solidarizamos con su visión de la vida; de ahí que recomendamos la lectura de estos “escombros”, que anhelan perpetuarse en la luz de sus lectores.