Roberto Echazú, Poesía reunida t/d

Su obra no es “abundante”, pero en la concentración que tiene hay una complejidad que trasluce su vida, sus reflexiones, sus lecturas, su fe y sobre todo una ética. Claro que nada de esto es ajeno a obra alguna, sin embargo, aquí la presencia del otro se impone como expresión de una ética pensada y presente en el lenguaje. Y la observación
casi contemplativa de un paisaje que ha de tomar consistencia como mundo –el mundo en el que le fue dado vivir a él mismo, poeta; el mundo en el que le ha sido dado vivir al ser humano y las maneras en que el poeta ha de nombrar ese mundo, en que ha de hablar de él–; todos estos aspectos dan cuenta de una estética.

Solo después de tener acceso a la entrevista que Luis H. Antezana J. hizo al poeta se termina de comprender que la poesía para Roberto Echazú sería eso que se desea atrapar pero que es por definición inatrapable, inaprensible: “el summum de la cosa”; “el anverso y el reverso” de la tensión entre vivencia y experiencia poética; esa décima víbora que se nos escapa, ilesa, salvaje, quizá peligrosa.

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